jueves, 12 de octubre de 2017

Espejo






Recogí el rastro de la tristeza
En el borde del camino
Me habló en azul marengo
Como hablan los tilos a media noche y la adiviné
Hambrienta de razones
Lamenté
La brevedad de su relato
Y el furioso silencio desparramándose por las laderas
Denso y lento
Continente desierto a la deriva de mis ojos
Balsa vacía en un océano plano que devuelve
La intuición de la hondura en la que nos ahogamos
Cada vez
Con cada palabra
Tejo una red con la que atraparlas
Cuando el miedo del cardumen remueva lechos arenosos
Y nos engañe
Y las vomite en su orilla
Y nos engañe
Con cada arcada
Cada vez que demos un paso
Y nos engañe
con sus pequeños destellos de coquinas entre sílices
Bajo los que mirarnos y descubrirnos aleados con arsénico
Llegará en el olor de la madera seca
Crujirá la piel del bosque en las puntas de mis dedos
Y las agujas aguardarán
Las esporas del amanecer
Saciará su hambre
Y se multiplicarán sus panes y sus peces
Alimentará a la muchedumbre
Ávida de prestidigitaciones
Ignorante de balsas, de redes
Y de vejigas natatorias.



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