miércoles, 6 de abril de 2011

El espejo

               Me acercaba tanto, tanto, tanto, que perdía la referencia de mí mismo, me miraba a los ojos, intentaba ver bien adentro de mis pupilas, eran la oscura entrada por la que sería capaz de ver mi mente...¿cómo era posible que en una cabeza tan pequeña cupiesen ideas tan disparatadas? Acaso no me preguntaban enfadados... ¡¿pero tú qué tienes en la cabeza?! ¡Pues bien !, lo averiguaría, ya sabía yo que si me empeñaba en algo lo conseguía, porque no paraba hasta salirme con la mía. Así que buscaba, y me acercaba al espejo más y más, y me acercaba la luz para ver mejor hacia dentro pero...¡maldita sea! entonces se cerraban y seguía sin ver. A lo mejor, además, tenía que estar muy quieto... pues ni aún con esas, el espejo empañado y ¡nada! Sólo podía haber una explicación, y además seguro que era eso (las madres siempre tienen razón), qué contento me puse, en mi cabeza no había nada, simplemente me entraban las ideas por los ojos, movían mis manos y mis pies y, después, salían por mi boca. Es que... ¡era un cabezahueca!.


Hombre mirándose al espejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario